11 julio 2016 6 MIN de lectura

La presidencia eslovaca de la UE y el mercado único digital

Desde el 1 de julio Eslovaquia ostenta la presidencia transitoria de la Unión Europea. Durante los próximos seis meses, al país le corresponde tomar el relevo de los holandeses y guiar a la Unión en la consecución de sus objetivos. Su programa de estos meses tiene cuatro prioridades: una Europa económicamente fuerte, un mercado único moderno, políticas de inmigración y asilo sostenibles y una Europa más comprometida globalmente.

Modernizar el mercado único pasa necesariamente por completar el mercado único digital o Digital Single Market (DSM), cuya estrategia presentó la Comisión Europea en mayo de 2015 con 16 iniciativas interconectadas y agrupadas en 3 pilares: acceso, regulación, economía y sociedad. Según cifras de la Comisión Europea, la consecución del DSM podría aportar hasta 415.000 millones de euros al año a la economía europea, además de crear empleo y transformar los servicios públicos. La recompensa es enorme pero también lo es el reto: existen diferencias abismales entre países de la Unión, pero de media, solo el 7% de las PYMES vendieron online a otros países en 2015 (frente a un 24% en su propio país), y un 41% de la masa salarial es digitalmente iletrada. En el caso de España, nuestro país destaca en e-governance, donde estamos creciendo en la implementación de la digitalización en la Administración pública, pero se echa en falta una digitalización en las PYMES que se calcula podría aportar al PIB 40.000 millones de euros.

Si bien en un principio se contaba con que las 16 iniciativas estuvieran completadas a finales de 2016, ya ha habido un retraso en varios dossiers. En mayo se presentaron cuatro propuestas, relativas al bloqueo geográfico injustificado (geoblocking), la protección de los consumidores, la propuesta de Reglamento para paquetería y las prácticas comerciales desleales. Se espera que en otoño se presenten las propuestas relativas a derechos de autor, telecomunicaciones y el IVA.  Habida cuenta de los retrasos, el Consejo de la Unión Europea, en sus conclusiones de la cumbre de junio 2016, pidió a la Comisión Europea que la estrategia estuviera implementada en 2018.

La presidencia eslovaca, que ostenta este cargo por primera vez desde que accedió a la UE, se ha encontrado con este retraso con el que debe lidiar como primer obstáculo. Se ha propuesto por tanto centrarse en impulsar las negociaciones de la propuesta legislativa en curso sobre el geoblocking y lanzar el debate sobre las propuestas del llamado pasaporte para proveedores de servicios (Services Passport) y la reforma del procedimiento de notificación para la Directiva de Servicios. Ahora bien, además de las dificultades habituales que conlleva intentar avanzar temas polémicos o donde entran en conflicto múltiples intereses a nivel europeo y nacional, los eslovacos pueden tener otro obstáculo en su camino. El resultado del Brexit parece que corre el riesgo de monopolizar las discusiones de los próximos meses y de ocasionar una parálisis de otros temas, más aún en temas digitales cuando son dos eurodiputados británicos, el socialdemócrata Claude Moraes y la conservadora Vicky Ford los que presiden dos comisiones clave para el ámbito digital, como son la del mercado único y la de libertades e interior. Sin embargo, en lo relativo a derechos de autor, algunos expertos afirman que es donde (casi) puede verse el lado positivo al Brexit: si Reino Unido se va de la UE, su tradicional liderazgo en oponerse al enfoque continental más pro-creadores podría allanar el camino a la consecución de un copyright europeo.

Sea como fuere, el proyecto del DSM simboliza a la perfección la complejidad de la Unión Europea y su objetivo último, que no es otro que acercar y mejorar la vida de 500 millones de ciudadanos, unidos por unos lazos históricos, culturales y comerciales muy fuertes. En palabras de la presidencia eslovaca, la libertad de movimiento en el área digital y la libertad de circulación en el mercado único constituyen de alguna manera la quinta de las hasta ahora cuatro libertades fundamentales. En un acto sobre el DSM en Madrid en junio, el embajador holandés en España, Matthijs van Bonzel lanzaba el desafío: “Can Europe take the lead?” La respuesta solo puede ser que la UE puede y debe liderar en este tema.

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