10 enero 2022 13 MIN de lectura

2022: El año de la transición

La necesidad de la prospectiva de 360 grados 

2022 será en todos los ámbitos un año de transición, en el que la locución latina ceteris paribus estará presente en cada análisis que llevemos a cabo. 

La interrelación entre todos los factores que componen la realidad ha existido siempre, pero quizás nunca de manera tan clara como con el Covid-19. Eso lo saben los gobiernos, los agentes públicos y privados y, por supuesto, los ciudadanos. Lo que conlleva la necesidad de actuar con los ojos, los oídos y los datos bien abiertos en todo momento, teniendo en cuenta un amplio abanico de factores: las islas de decisión, si alguna vez existieron, han desaparecido. Así que la prospectiva basada en una información sistemática de 360 grados se ha hecho imprescindible en la política, la economía y la sociedad. 

El mundo que conocimos a 1 de enero de 2020 ha hecho frente durante dos años frenéticos a un factor inesperado, de una dimensión insospechada y de un coste extraordinario, empezando sobre todo y antes que nada, por las vidas humanas perdidas y siguiendo por la crisis económica provocada. Pero ese mundo, con todas sus deficiencias y errores, ha respondido al reto en tiempo récord, poniendo en marcha en poco menos de 24 meses estrategias sanitarias, científicas, económicas y sociales que han tenido resultado: para comprobarlo, bastaría pensar en qué hubiera pasado de no haberlas adoptado. 

Todavía queda un largo recorrido para dar por ganada la batalla contra el Covid-19 en términos de salud pública y consolidar la recuperación económica y social. Y los doce meses de 2022 serán el tiempo de transición en el que se medirá la consecución de ambos parámetros y se definirá en qué sentido se sale de la doble crisis generada por el coronavirus.  

Los elementos interrelacionados de esa transición pueden identificarse a efectos analíticos en varios terrenos:

1. La pandemia:

Tenderá a convertirse en una endemia, gracias a las vacunas y otros medicamentos. Pero ello dependerá de vacunar a toda la población del Planeta (superando el enorme retraso en el mundo en desarrollo) y aplicar en cada coyuntura y universalmente las dosis de refuerzo necesarias. La llegada de vacunas más versátiles y eficaces contra nuevas variantes (como la primera 100 % europea, de origen español, producida por HIPRA) contribuirá decisivamente a la prevención frente al virus.  

2. La economía:

Las políticas expansivas, tanto monetarias como fiscales, permanecerán en el tiempo como un nuevo paradigma frente al de la austeridad. Aunque la inflación se haya convertido en el gran -y casi único- aliado de quienes demandan la subida de los tipos de interés y la adopción de planes de ajuste de la deuda, y en Estados Unidos la Reserva Federal parezca plegarse en parte a esas voces, en la UE el Banco Central Europeo está decidido a no variar su línea y el debate sobre la reactivación de los límites del Pacto de Estabilidad y Crecimiento se inclinará previsiblemente, de una u otra manera, a favor de los partidarios de su superación. Hoy por hoy, en mi opinión, es difícilmente cuestionable ante la ciudadanía europea el éxito de la orientación keynesiana de las políticas económicas, con estados del bienestar fuertes, instrumentos monetarios que han reducido a la mínima expresión el coste del endeudamiento público y herramientas fiscales que han mantenido primero y recuperado después el crecimiento y el empleo, a las que se suman aquellas de nueva creación comunitaria como el NextGenerationEU. De lo que se deduce que orientarse en un contexto de un fuerte peso de lo público y un nuevo -que no menor- peso de lo privado es fundamental, buscando la mejora de la relación entre ambos conjuntos y la generación de múltiples sinergias entre los mismos, evitando los juegos de suma cero. 

3. Las transiciones gemelas (verde y digital):

Serán el núcleo de la política de recuperación, transformación y resiliencia de todos los países democráticos desarrollados o en vías de desarrollo, empezando por los Estados miembro de la UE. La aceleración de las medidas orientadas a frenar el cambio climático modificando sustancialmente el modelo de producción, distribución y consumo abarcará todos los sectores y niveles, con un abrumador apoyo ciudadano. Lo verde y lo digital serán predominantes en las inversiones públicas, lo que debe ser visto como una gran oportunidad para las empresas capaces de situarse en ese terreno. Junto con ello, definir y desarrollar una nueva política industrial es imprescindible, si la UE y los países desarrollados quieren contar de verdad con una soberanía estratégica. 

4. Europa:

La Unión Europea ha demostrado frente a la pandemia, quizás como nunca, su enorme valor añadido para sus Estados miembro y también para el conjunto del mundo. Las vacunas y el certificado de vacunación, en lo sanitario, y, en lo económico, la definición de una política expansiva frente a la crisis con instrumentos como las compras de activos por el BCE o la movilización de cantidades ingentes de recursos son las mejores -que no únicas- expresiones de ello. La Unión legisla y decide hoy con fuerza y determinación, con un engrasado funcionamiento de un método comunitario que ha recuperado su centralidad, contando con lo intergubernamental en lo que le corresponde. Los próximos doce meses (que se inician, por cierto, con el XX aniversario del euro) no solo irán en esa línea, sino que incluso conocerán las conclusiones de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, que podrían desembocar en una Convención y una Conferencia Intergubernamental que introduzcan modificaciones sustanciales en el Tratado de la UE, estableciendo, por ejemplo, la Unión Europea de la Salud. El nuevo gobierno de Alemania, junto con la elección de un/a europeísta para el Elíseo en Francia, empujarían decisivamente en ese sentido. Conviene no olvidar que España preparará a lo largo del año su Presidencia semestral del Consejo de la UE, prevista para el segundo semestre de 2023. Hoy más que nunca, cualquier actor económico debe privilegiar su dedicación a los asuntos europeos. 

5. Globalización:

La pandemia no va a parar la globalización, pero sí llevará a tener que afrontar sus defectos. La globalidad del virus ha mostrado que las políticas nacionalistas solo aportan retórica y no resuelven, sino que intensifican, los problemas comunes. Afortunadamente, la pandemia ha coincidido con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, lo que ha permitido el retorno de los Estados Unidos a los foros y acuerdos internacionales, recuperando la sintonía con los aliados europeos. Los acuerdos de la COP26 y del G7 y el G20 (siempre mejorables, pero alentadores) así lo manifiestan, abriendo las puertas a un optimismo moderado en temas tan clave como el cambio climático, el comercio internacional y el inaplazable refuerzo de la gobernanza global. Sin embargo, conviene no olvidar que dos potencias como Rusia y China explicitan en los inicios de año inquietantes signos de expansionismo que tensionan las relaciones internacionales y podrían dar lugar a situaciones extremas que influirían muy negativamente en la recuperación económica internacional. 

6. España:

Nuestro país ha encarado la pandemia y la crisis en el marco de la Unión Europea durante la primera parte de la legislatura. Así que 2022 será un año decisivo para la culminación de esta a finales de 2023 o comienzos de 2024 (como ha declarado públicamente el presidente del Gobierno) o el inicio de una nueva anticipadamente (como demanda el líder de la oposición). Ello dependerá de que el Ejecutivo de coalición sea capaz de mantener la mayoría parlamentaria -una vez asegurado con holgura el flanco presupuestario- para dar respuesta a la evolución de la crisis. Los resultados de las elecciones autonómicas previstas en los próximos meses tendrán también su grado de influencia. Cabe atribuir posibilidades a cada uno de esos dos escenarios, lo mismo que a la materialización de las encuestas, unas dando como vencedor en unos comicios al PSOE y otras al PP, pero sin mayoría clara para ninguno. Conviene recordar que España está inmersa en el despliegue del NextGenerationEU, para lo que es imprescindible materializar las reformas, hacer las inversiones y alcanzar los hitos acordados con la Comisión Europea en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, algo para lo que la estabilidad y la colaboración son condiciones necesarias, como han entendido los interlocutores sociales. De cualquier manera, colaborar desde lo privado a reducir la polarización para que los argumentos se oigan y se tengan en cuenta es siempre una buena idea. 

2022, como todo período de transición, estará lleno de interrogantes. Pero el camino recorrido y la validación por la práctica de muchas de las medidas aplicadas hasta ahora hacen más numerosas las fortalezas y oportunidades que las debilidades y amenazas.  

Para las empresas, identificar aquellas depende de su capacidad de prospectiva integral y el aprovecharlas tiene una relación directa con su legitimidad social en un mundo que ha elevado a prioritario el bien común.   

Carlos Carnero, Senior Advisor en Vinces 

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