19 septiembre 2016 7 MIN de lectura

Trump estrecha el margen sobre Clinton

A escasos 50 días para la celebración de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, las encuestas muestran un panorama bastante igualado. En las últimas semanas el candidato republicano ha recortado diferencias, convirtiendo la victoria de Trump en una posibilidad real. Nate Silver, periodista de ESPN y autor del famoso blog FiveThirtyEight, ha sintetizado el escenario electoral actual en cuatro puntos: 1. Las encuestas se han ajustado. 2. Clinton todavía está en cabeza. 3. Trump puede ganar. 4. Clinton probablemente ganará.

La media de los últimos sondeos otorga a la candidata demócrata una ligera ventaja de menos de un punto, con una intención de voto del 44,9%, frente al 44% de Trump. No obstante, para arrojar algo más de luz sobre el estado de la carrera presidencial, debemos fijarnos en los 11 estados clave que van a decantar finalmente el resultado: Florida, Pennsylvania, Ohio, Michigan, Carolina del Norte, Virginia, Wisconsin, Colorado, Iowa, Nevada y New Hampshire. Las encuestas en estos territorios muestran los siguientes resultados:

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Con estos números, Clinton se convertiría en la próxima presidenta de los Estados Unidos con 293 votos electorales, frente a los 245 que obtendría Trump (recordemos que la mayoría está en 270 votos). Sin embargo, el candidato republicano viene subiendo en las encuestas en los territorios más disputados. Así, Trump supera a Clinton en Florida, Ohio e Iowa, ha conseguido llegar hasta el empate técnico en Nevada y Carolina del Norte y ha recortado distancias en New Hampshire, Colorado, Michigan, Pennsylvania y Virginia.

En palabras de Tim Kaine, candidato demócrata a la vicepresidencia, “la carrera está apretada. […] Pienso que tenemos un camino más claro hacia la victoria y ellos tienen uno más complicado. Pero no podemos dar nada por sentado, porque ha sido una temporada de sorpresas.” En la misma línea, el director de campaña de Clinton, Robby Mook, ha declarado lo siguiente: “Esperábamos que la carrera se apretara. Esperamos que se apriete aún más. […] Va a ser cuestión de pequeños márgenes. Estamos gastando mucho tiempo asegurando nuestros votos”.

Por su parte, la principal estratega de Trump, Kellyanne Conway, ha manifestado que su candidato tiene ahora mismo más empuje y levanta más entusiasmo. “A todo el mundo le gusta un ganador, por lo que la gente está viendo que las encuestas se están ajustando, que estamos por arriba, empatados o dentro del margen de error en prácticamente todas las encuestas en los estados clave, y empiezan a ver que Trump realmente puede conseguirlo”.

En relación con los 11 estados mencionados, cabe resaltar que todos ellos también fueron importantes en las últimas dos elecciones. En 2008, el Presidente Obama ganó en todos ellos, y en 2012 hizo lo mismo en diez, todos excepto Carolina del Norte. El equipo de Clinton es pesimista sobre todo respecto a Ohio e Iowa, donde Trump lidera las encuestas más holgadamente. En Florida, el estado con más votos electorales de los que están en disputa, la situación está muy reñida y resulta muy difícil anticipar quién será el ganador.

La campaña de Clinton, que goza de una ventaja significativa en Pennsylvania, Michigan y Wisconsin y una posición relativamente fuerte en Virginia y Colorado, está poniendo el foco en Carolina del Norte como el territorio crucial para allanar el camino hacia la cifra mágica de 270. Este fue el único gran estado en disputa que ganó Mitt Romney en 2012, pero los sondeos indican que no es una región del todo propicia para Trump. Si el magnate se llevara también Carolina del Norte, además de Florida, Ohio e Iowa, estaría a un puñado de votos electorales de la mayoría, pero todavía necesitaría sumar algún otro estado clave a su favor.

Por otro lado, la subida de Trump en las encuestas puede ser un arma de doble filo para sus ambiciones electorales. La idea de un Presidente Trump puede servir de acicate para movilizar a muchos electores demócratas o independientes que tienen aversión al candidato republicano, pero no están ilusionados con Clinton y están pensando en la abstención o en votar por uno de los candidatos minoritarios (Gary Johnson, del Partido Libertario, o Jill Stein, del Partido Verde).

De hecho, la mayor preocupación de la campaña de Clinton es la desmovilización entre sectores demográficos tradicionalmente demócratas, en especial entre los millennials (jóvenes de 18 a 34 años). Según algunas encuestas, casi uno de cada tres millennials se plantea votar a un candidato minoritario, pero podrían decantarse por Clinton como mal menor con tal de evitar que Trump ocupe la Casa Blanca.

Por tanto, y volviendo a los cuatro puntos mencionados al inicio de este artículo, me permito añadir un quinto nuevo por el que “a mayor participación, mayores probabilidades de que gane Clinton”. Las semanas que quedan de campaña van a ser decisivas y muy intensas, y una gran prueba de fuego van a ser los tres debates electorales que se van a producir entre ambos candidatos. Habrá que estar atentos.

 

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