26 septiembre 2022 4 MIN de lectura

A propósito del resultado de las elecciones de Italia

«La UE siempre está en buena medida al albor de los resultados de las elecciones nacionales de sus miembros, teniendo en cuenta su actual carácter de facto de federación…de naciones»

La Unión Europea está formada por 27 Estados miembros.

Escrita así, la frase no descubre nada nuevo, únicamente señala algo tan obvio que, quizás por eso mismo, solemos olvidar. Lo que implica, entre otras cosas relevantes, que cada país tiene sus propias dinámicas electorales, definidas por factores nacionales en un contexto europeo y global, por supuesto, pero dentro de sus características propias, muchas veces intransferibles.

Por ejemplo, situar dentro de una misma dinámica, sin más matices, los recientes resultados electorales en Suecia e Italia, solo tiene un sentido relativo. ¿Ha crecido la derecha más dura en ambos países?: sí. ¿Por las mismas razones?: algunas sí, pero otras no. ¿Viven las dos naciones un escoramiento similar?: aparentemente sí, aunque en realidad no, porque en Suecia el primer partido ha sido el socialdemócrata, creciendo, y en Italia la extrema derecha. ¿Serán similares las consecuencias de gobierno?: habrá que verlo, porque en Estocolmo es posible que la derecha dura no esté en el ejecutivo o participe de manera secundaria y en Italia puede encabezarlo (subrayo, puede, a la espera de la coalición que finalmente lo sustente).

Todo lo dicho no niega una tendencia preocupante en la UE, que ha estado precedida por los excelentes resultados de Le Pen, que, sin embargo, no le sirvieron para alcanzar la Presidencia de la República, sin despreciar la privilegiada situación cara a 2027 y su potente entrada, casi estreno, en la Asamblea Nacional.

Pero sí alerta de que siempre la UE siempre estará en buena medida al albor de los resultados de las elecciones nacionales de sus socios, teniendo en cuenta su actual carácter de facto de federación…de naciones.

Frente a esa “maldición”, solo cabe una solución que conjugue dos elementos: construir sin desmayo una conciencia compartida de ciudadanía europea que sepa ver y votar más allá de las fronteras de cada Estado miembro y, simultáneamente, seguir avanzando con paso seguro (evitando prisas innecesarias y sus consiguientes tropiezos) hacia un carácter cada vez más realmente federal de la UE.

Lamentablemente, si Giorgia Meloni se convierte en Presidenta del Consejo de Ministros de Italia, con el apoyo de partidos como la Liga de Salvini, lo segundo se complicará bastante, porque muchos cambios constitucionales necesarios en competencias y procedimientos de toma de decisiones requieren la unanimidad, aunque quizás aquello primero del demos europeo se abra paso con mayor velocidad a la vista de que únicamente es viable una definición comunitaria de soluciones a las cuestiones de la crisis económica o la paz, tan de fondo,

Mientras tanto, habrá que confiar en que la UE sea capaz, una vez más, de moderar desde el respeto a la más belicosa o al más belicoso de sus jefes de gobierno. También a quien ocupe el Palazzo Chigi en Roma.

Carlos Carnero,

Senior Advisor en VINCES

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