9 marzo 2023 7 MIN de lectura

La legitimidad social es clave para aterrizar de forma legítima en un territorio

Estamos en un cambio de paradigma. El elevado grado de conectividad, la capacidad de comunicación y la oportunidad de establecer alianzas o el acceso a la información hacen que la escucha activa y diálogo con la sociedad civil ya no sean solamente una opción, especialmente para los más disruptores, sino una necesidad.



Alícia Busquets| Consultora Senior

 

A finales de los años setenta se descubrieron en la zona de Osona (Barcelona) importantes cantidades de uranio. Ante la posibilidad de convertirse en la mina de uranio de Europa, en enero de 1979, Unió de Pagesos (Unión de Agricultores) y el Sindicat de Ramaders (Sindicato de Ganaderos) de la comarca, crearon el “Comité Antiuranio de Osona”, y poco después, se les unieron los principales sindicatos y partidos políticos. Su manifiesto contó con el apoyo de muchas entidades sociales y de casi todos los ayuntamientos de la comarca. Rápidamente, se organizaron para defender su territorio ante la posibilidad de que este pudiese ser explotado.


En junio de 1979, investigadores de la multinacional norteamericana Chevron Oil Corporation acudieron a la zona para tomar muestras y jamás se esperaron el recibimiento que tuvieron. La población se había organizado tanto que equipos de voluntarios vigilaban campos y bosques a todas horas. Al poco tiempo , fueron descubiertos por vigilantes del Comité Antiuranio, y más de 100 voluntarios acudieron al lugar en tiempo récord. Los activistas confiscaron todas las muestras, los mapas de la zona y los estudios a los investigadores, que se tuvieron que marchar de allí a toda prisa, llevándose de recuerdo solamente una gran pintada “URANI NO” en su vehículo.

Tras algunas acciones más del Comité, la empresa anunciaba finalmente su retirada de la zona.

legitimidad social

Fuente: WikiCommons

Esto ocurría en 1979, cuando organizar equipos de voluntarios requería de mucho tiempo y antelación, cientos de llamadas e inversión en imprenta y voluntarios para la distribución del material.

¿Os imagináis la magnitud que hubiera alcanzado esta movilización social si hubiera tenido a su alcance internet, redes sociales o grupos de distribución en WhatsApp y Telegram?

Si algo nos ha enseñado el tiempo es que los grupos de interés locales juegan un papel vital a la hora de desarrollar un proyecto. Por ello, es crucial abrir un diálogo con los representantes de la sociedad civil de forma proactiva, para entender el entorno y adaptar el proyecto en la medida de lo posible a las necesidades de la zona.

Hoy encontramos otro claro ejemplo de la gran influencia de la movilización local en contra de un proyecto: el complejo lúdico y hotelero Hard Rock Entertainment de Tarragona, que la Generalitat presentó en 2012 como “BCN World”. En este caso, quienes están a favor no se movilizan para defender el proyecto y quienes están en contra sí, agrupados bajo la plataforma “Aturem Hard Rock” (Paremos Hard Rock). Aunque sus manifestaciones no han registrado grandes cifras de participación, la prensa les tiene muy en cuenta y sus miembros en redes sociales son muchos y muy activos. ¿Consecuencias? Un proyecto que lleva atascado más de 10 años, empresas de capital que han terminado por el abandonar el proyecto y millones de euros de inversión perdidos.

«La legitimidad social es clave. Resulta imprescindible involucrar a la sociedad civil desde el principio, así como contar con un conocimiento real de los entornos locales, sus necesidades y la razón de ser de sus fuerzas vivas».

Además, “Aturem Hard Rock” se ha aliado con muchas otras asociaciones y movimientos de Cataluña. El pasado 4 de marzo convocaron una manifestación conjunta en el centro de Barcelona que contó con 1.800 asistentes, según fuentes oficiales y 10.000, según sus organizadores. Se agruparon entidades de toda Cataluña en contra de 3 grandes proyectos que cuentan con el apoyo de la Generalitat: La construcción del cuarto cinturón (la nueva autovía de circunvalación del área metropolitana de Barcelona), la ampliación del aeropuerto del Prat y el mencionado complejo Hard Rock en Tarragona.

En 1979, Chevron subestimó la influencia del Comité Antiuranio de Osona y la fuerza y compromiso de la gran red de voluntarios que hacía turnos para vigilar campos y bosques. Cuarenta años más tarde, somos testigos nuevamente de por qué no debemos ignorar el poder de la ciudadanía.

Estamos en un cambio de paradigma. El elevado grado de conectividad, la capacidad de comunicación, y la oportunidad de establecer alianzas o el acceso a la información hacen que la escucha activa y diálogo con la sociedad civil ya no sean solamente una opción, especialmente para los más disruptores, sino una necesidad.

La legitimidad social es clave. Para aterrizar de forma legítima en un territorio, resulta imprescindible involucrar a la sociedad civil desde el principio, así como contar con un conocimiento real de los entornos locales, sus necesidades y la razón de ser de sus fuerzas vivas.

 

Alícia Busquets| Consultora Senior

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